NICODEMO

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?
Juan 3:3-4

Nicodemo

Nicodemo, un jefe del pueblo judío, no quería ser visto con Jesús. Pero a pesar de ello deseaba hablarle y fue a verlo por la noche. Jesús, siempre disponible, lo recibió y le habló con autoridad: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo… ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?”Probablemente Nicodemo se conmovió por ese encuentro, puesto que más tarde, cuando los sacerdotes quisieron detener a Jesús, Nicodemo tuvo la valentía de oponerse a ello. Sus colegas le contestaron de mal modo: ¿“Eres tú también galileo?” (Juan 7:35). El desprecio que los jefes religiosos tenían hacia los galileos, y hacia Jesús en particular, les hacía perder toda objetividad. Nicodemo no insistió. Seguramente que no se sentía a sus anchas en ese medio hipócrita y violento.¿Hasta dónde iría su valentía? ¿Se atrevería a mostrar su fe? Sí.Cuando Jesús murió, todos lo abandonaron. Pero Nicodemo acompañó a José de Arimatea, quien pidió al gobernador Pilato la autorización para bajar el cuerpo de Jesús de la cruz. Nicodemo trajo un perfume precioso y junto con José envolvió el cuerpo de Jesús en lienzos y ambos lo depositaron en un sepulcro.Tímido al principio, pero conmovido por el Señor, Nicodemo vacilaba en mostrar su fe. Cuando finalmente lo hizo, fue uno de los pocos. ¿Con cuál etapa de su vida nos identificamos más con él?