Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.
Romanos 4:3
Romanos 4:3
El hombre feliz(Leer Romanos 4:1-12)
Recibimos la bendición sólo por una fe personal que se centra en Dios. Abraham es un ejemplo de ello: “Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia” (v. 3). La fe se apoya en las declaraciones de Dios. En Génesis 15, Dios prometió a Abraham un heredero y una descendencia numerosa. Abraham lo creyó, aunque desde el punto de vista humano era imposible tener hijos debido a su edad. Sin embargo, confiaba en que Dios cumpliría su promesa. Así, sin poder hacer obras, Abraham creyó a Dios y esa fe le fue contada por justicia. La fe abonada a favor de todo aquel que cree es todo lo contrario de un salario merecido por obras que uno haya hecho. Nosotros somos igualmente justificados por la fe. La salvación es don de Dios; no se consigue “por las obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).Encontramos la felicidad aceptando la justicia de Dios, sin que tengamos que trabajar por nosotros mismos. En el Salmo 32:5 leemos también sobre la justicia sin obras: “Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad…”, dijo el rey David después de haber pecado gravemente. Y el Dios santo respondió a semejante confesión, de tal manera que David pudo decir: “Tú perdonaste la maldad de mi pecado”. Si declaramos nuestras injusticias (iniquidades) y pecados en vez de esconderlos, Dios los perdona y los cubre. Dios ya no tiene en cuenta los pecados confesados, porque Cristo derramó su sangre por ellos. ¡Qué gracia tan maravillosa! Todo está resuelto de manera perfecta. Dios mismo lo garantiza.
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