¿Qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?
1 Corintios 7:16
Un cielo de corta duración
Un hombre tenía una mujer cuya paciencia no tenía límites y él se aprovechaba de ella. Para mostrar a uno de sus colegas hasta dónde iba la sumisión de su esposa, lo llevó a su casa a medianoche, después de salir de un bar. La dueña de casa ya estaba acostada, pero se levantó para abrir la puerta:–Hazme de comer, le exigió groseramente el marido. Sin manifestar la más pequeña queja, esa creyente se fue a la cocina.Mientras la observaba preparar la comida, el hombre sonreía satisfecho, pero su acompañante permanecía pensativo. Cuando la mujer hubo servido la mesa, este último se volvió hacia ella y le dijo: –No puedo comprender que usted haya estado tan dispuesta a satisfacer un capricho de su marido:–Señor, repuso ella con tristeza, esto es todo el cielo que le tocará conocer, ¡y es tan corto!El invitado calló. Luego, en voz baja, repitió las palabras: «Esto es todo el cielo que le tocará conocer, y es tan corto». Si esto es cierto, ¿qué habrá después? El infierno… y éste será infinitamente largo. Con este pensamiento volvió a su casa. No podía olvidar el asunto. Fue a escuchar una predicación del Evangelio, creyó en la inspirada Palabra de Dios y recibió al Señor Jesús como su Salvador. Así obtuvo la eterna salvación de su alma y halló la paz con Dios… como consecuencia de las inesperadas palabras de una creyente cuya ilimitada paciencia fue un efectivo testimonio cristiano.
1 Corintios 7:16
Un cielo de corta duración
Un hombre tenía una mujer cuya paciencia no tenía límites y él se aprovechaba de ella. Para mostrar a uno de sus colegas hasta dónde iba la sumisión de su esposa, lo llevó a su casa a medianoche, después de salir de un bar. La dueña de casa ya estaba acostada, pero se levantó para abrir la puerta:–Hazme de comer, le exigió groseramente el marido. Sin manifestar la más pequeña queja, esa creyente se fue a la cocina.Mientras la observaba preparar la comida, el hombre sonreía satisfecho, pero su acompañante permanecía pensativo. Cuando la mujer hubo servido la mesa, este último se volvió hacia ella y le dijo: –No puedo comprender que usted haya estado tan dispuesta a satisfacer un capricho de su marido:–Señor, repuso ella con tristeza, esto es todo el cielo que le tocará conocer, ¡y es tan corto!El invitado calló. Luego, en voz baja, repitió las palabras: «Esto es todo el cielo que le tocará conocer, y es tan corto». Si esto es cierto, ¿qué habrá después? El infierno… y éste será infinitamente largo. Con este pensamiento volvió a su casa. No podía olvidar el asunto. Fue a escuchar una predicación del Evangelio, creyó en la inspirada Palabra de Dios y recibió al Señor Jesús como su Salvador. Así obtuvo la eterna salvación de su alma y halló la paz con Dios… como consecuencia de las inesperadas palabras de una creyente cuya ilimitada paciencia fue un efectivo testimonio cristiano.
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