El Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado… no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él; porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén.
2 Corintios 1:19-20
2 Corintios 1:19-20
He aquí (Jesucristo es) el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios.
Apocalipsis 3:14
Apocalipsis 3:14
Certezas
Delante del templo de Salomón se levantaban dos columnas (1 Reyes 7:15-22). El nombre de una era “Jaquín” (que significa: él establecerá, él afirmará). La otra se llamaba “Boaz” (en él está la fuerza). Como toda la Biblia, este pasaje evoca la persona del Hijo de Dios. En él está el “Sí” –la certeza– y el “Amén”, la realización. En él está la afirmación de la acción y del amor de Dios. Él es el Mesías esperado, el Hijo de Dios. En él está la solución del destino humano. Por medio de él se cumplen todas las promesas de Dios.Ayer vimos la importancia de nuestro sí, el sí de la fe. Pero nuestro sí es muy frágil si no saca su fuerza y su consistencia de la persona de Jesús. Como el Señor siempre es el mismo, nos hace capaces de perseverar, obedeciéndole e imitándole.Nuestra fe es un compromiso y también una entrega confiada a Dios. En su fidelidad hallamos la fuerza para ser fieles. La fe no es la expresión de nuestra propia energía. No pensemos que somos capaces de cumplir lo que Dios nos pide por nuestra propia fuerza. Tampoco debemos considerarnos como enteramente pasivos para efectuar la voluntad de Dios. La vida de la fe consiste en contar con el Señor, momento tras momento, para recibir la fuerza que viene de él.
Delante del templo de Salomón se levantaban dos columnas (1 Reyes 7:15-22). El nombre de una era “Jaquín” (que significa: él establecerá, él afirmará). La otra se llamaba “Boaz” (en él está la fuerza). Como toda la Biblia, este pasaje evoca la persona del Hijo de Dios. En él está el “Sí” –la certeza– y el “Amén”, la realización. En él está la afirmación de la acción y del amor de Dios. Él es el Mesías esperado, el Hijo de Dios. En él está la solución del destino humano. Por medio de él se cumplen todas las promesas de Dios.Ayer vimos la importancia de nuestro sí, el sí de la fe. Pero nuestro sí es muy frágil si no saca su fuerza y su consistencia de la persona de Jesús. Como el Señor siempre es el mismo, nos hace capaces de perseverar, obedeciéndole e imitándole.Nuestra fe es un compromiso y también una entrega confiada a Dios. En su fidelidad hallamos la fuerza para ser fieles. La fe no es la expresión de nuestra propia energía. No pensemos que somos capaces de cumplir lo que Dios nos pide por nuestra propia fuerza. Tampoco debemos considerarnos como enteramente pasivos para efectuar la voluntad de Dios. La vida de la fe consiste en contar con el Señor, momento tras momento, para recibir la fuerza que viene de él.
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