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jueves, 23 de agosto de 2007

la enseñanza de una madre






Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre.En el temor del Señor está la fuerte confianza; y esperanza tendrán sus hijos. El temor del Señor es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte.
Proverbios 1:8; 14:26-27




Acuérdate de la enseñanza de tu madre



Un joven había caído cada vez más bajo en la delincuencia. Nada parecía detenerle. De delito en delito había pasado al atraco a mano armada. Un día se presentó ante una ventanilla con un arma y exigió el dinero de la caja. La cajera, una señora de edad, lo miró fijamente durante un momento y por una inexplicable razón, olvidando toda prudencia, le habló tranquila y seriamente: –Hijo mío, estás arruinando tu vida. Tarde o temprano te capturarán y te echarán en la cárcel. Te ruego, reflexiona. Acuérdate de la enseñanza de tu madre… Hubo un frío silencio durante algunos segundos. De repente el gángster dio media vuelta y se fue sin decir nada.Algunos días después de esa aventura el joven decidió presentarse a la policía y confesar sus fechorías. Cuando se le preguntó por qué aquel día se había ido sin robar nada, respondió: –Esa mujer me hizo pensar en mi madre. Hablaba como ella y se le parecía.No sabemos qué fue del joven, pero esta historia subraya la importancia de la enseñanza de los padres y de la educación dada a los hijos desde su temprana edad. Enseñarles la cortesía y el respeto por los demás está bien, pero criarlos “en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4) es aun mejor. Porque “el principio de la sabiduría es el temor del Señor” (Salmo 111:10).

la fuente de agua viva


Me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.
Jeremías 2:13


Vuélvenos, oh Señor, a ti.
Lamentaciones de Jeremías 5:21

La fuente de agua viva


Cuando creemos en el Señor Jesús y confesamos a Dios nuestros pecados, él nos perdona y nos libra de ellos. Después nuestra relación con Dios se enriquece con todo lo que descubrimos en él. En el curso de la vida cristiana, en la práctica esta relación con Dios puede deteriorarse. A veces, poco a poco nos alejamos de él; dejamos de lado sus recursos; e incluso puede ser que lo abandonemos. Pero como nuestras necesidades de paz, amor y felicidad persisten, buscamos en otra parte, y no en Dios, el medio de obtenerlas: en el bienestar de la vida cotidiana, en las diversiones, en el dinero, y a veces gastando muchas energías.¿Están satisfechos nuestros anhelos? No verdaderamente. A menudo la desilusión es muy grande y cada vez hacemos más esfuerzos para alcanzar nuestras metas. Al tener «sed», es decir, al tener necesidades espirituales, cavamos cisternas rotas que no retienen agua. Abandonamos a Dios, fuente de agua viva, y nuestra sed no es saciada.Estimado lector, si usted está alejado del Señor, ¿cuál es la solución? Dios nos dice: “Volveos a mí… y yo me volveré a vosotros” (Zacarías 1:3). Clamemos a él con todo nuestro corazón al igual que hizo Jeremías: “Vuélvenos, oh Señor, a ti”.
Fuente de amor, constante y profunda,brotas por nos del santo lugar;fuente de Dios, dulce, en saber fecunda,de ti nuestra alma quieres llenar.

martes, 7 de agosto de 2007

ya no dos, sino uno

Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
Génesis 2:24

Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
Mateo 19:6

Ya no dos, sino uno

Íbamos a plantar dos abedules en nuestro jardín. Una amiga nos aconsejó: –Plántenlos cerca uno de otro, ustedes verán lo hermoso que quedará.Así lo hicimos. Sin embargo, su crecimiento fue difícil. Uno brotaba pronto en la primavera, pero se ponía amarillo con el calor. El otro parecía más frágil, pero permanecía más tiempo verde. Al principio, nuestros pequeños árboles crecieron casi independientemente. Pasaron quince años. Sus ramas se mezclaron y sus raíces también. Ahora parecen formar un único árbol.Así ocurre con parejas de personas ancianas. Los años los han formado el uno para el otro. Sus gustos y sus maneras de ser se han mezclado y sus recuerdos también. Esto es lo que Dios desea para el matrimonio: que sean uno desde el principio, porque Dios es quien los une. Luego, en la práctica deben aprender a armonizar sus pasos cada vez más.Vivir esta unidad, mantenerla y hacerla cada vez más armoniosa en el curso de los años es la vocación del matrimonio. Ser uno y ya no dos pide una constante aplicación y renunciamientos. Se necesita la ayuda del Señor para mantener la armonía hasta el fin del camino común.En efecto, el Señor es quien une y forma a los esposos cristianos. Se sirve de uno, de sus cualidades como de su flaqueza, para los progresos del otro. Les enseña a orar, a servirle, agradecerle, adorarle y amarle juntos.

Dios me buscaba

Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia.
1 Timoteo 1:15-16

Dios me buscaba

Mi madre había orado mucho para que yo fuera cristiano. No obstante, desde mis primeros años de estudiante rechacé el cristianismo al punto de vender la Biblia que mi madre me había dado, para comprar alcohol, pues en realidad ella me molestaba. Mi vida sin Dios hizo de mí un hombre con costumbres desenfrenadas, aun cuando me estimaban por mis cualidades profesionales. Al ser nombrado médico hospitalario, vi toda clase de miserias. Cierto día un albañil ingresó en el hospital durante mi servicio. Su estado era grave y él era consciente de ello. Pero la cercanía de la muerte parecía no inquietarlo en absoluto. La feliz expresión de su rostro me conmovió profundamente. Como no tenía familiares, cuando murió, en mi presencia examinaron las pocas cosas que contenía su valija. Entre ellas se hallaba una Biblia. ¡Qué sorpresa cuando vi que era la que mi madre me había dado! Mi nombre estaba anotado en ella, así como un versículo escrito con su letra. A mi requerimiento, este libro me fue otorgado. El último propietario lo había leído mucho, a juzgar por los numerosos versículos subrayados. Yo estaba muy turbado. Dios me buscaba. No estuve tranquilo hasta haber aceptado a Jesús como mi Salvador.Esta Biblia llegó a ser un tesoro para mí: me recordaba a mi madre y, ante todo, era un testigo de la gracia del Buen Pastor.

Dios puede cambiar todo

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo el Señor, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno… según el fruto de sus obras.
Jeremías 17:9-10

Dios puede cambiar todo

«Los hombres no son buenos». Esto es lo que dice uno de los personajes del célebre escritor Marcel Pagnol.Esta triste constatación concuerda con lo que Dios declaró hace mucho en las Escrituras: “No hay justo, ni aun uno… No hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:10, 22-23). ¡Nosotros también podemos hacer tal constatación! Escuchemos y miremos lo que pasa a nuestro alrededor… y en nosotros. No se necesita mucho tiempo para darse cuenta de que el hombre no es bueno y que para él no es natural vivir en paz… Abandonemos, pues, la ilusión de creer que con sus buenas intenciones el mundo llegará a ser un paraíso.¿Sabe usted que aun Dios renunció a mejorar al hombre? En cambio, propone comunicarle una nueva vida, la vida de Cristo mediante un nuevo nacimiento. “Os es necesario nacer de nuevo”, declaró el Señor Jesús a Nicodemo en Juan 3:7. ¿Cómo puede hacerse esto? ¿Cómo puede usted experimentarlo? Aceptando a Cristo como su Salvador, creyendo en su corazón que él murió por usted e invitándole a transformar su vida. Porque “a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales… son engendrados… de Dios” (Juan 1:12-13). Entonces su vida y sus motivaciones cambiarán. Paz, gozo y esperanza lo llenarán, y podrá compartirlos con otros.

comoescoger bien

Que en todo (Jesucristo) tenga la preeminencia.
Colosenses 1:18

Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
1 Corintios 10:31

¿Cómo escoger bien?

Yo tenía poco más que veinte años. Terminado el servicio militar, buscaba trabajo. Un día, haciendo una visita a un cristiano de edad, le pregunté cómo hacer para escoger bien. Mirándome con profunda simpatía me dijo: –Voy a darte un consejo para toda tu vida: Cuando debas elegir, no clasifiques los argumentos en pro y en contra, uno al lado del otro, sino ponlos en columna, uno debajo del otro:–Explíqueme, no entiendo bien cómo…–Pues bien, escribe primero lo que se hace para obedecer a Dios, para su gloria, y lo que respeta la enseñanza de la Biblia. Luego coloca lo que te permitirá guardar buenas relaciones con los demás, relaciones de rectitud y estima. Finalmente, escribe lo que sea de tu interés personal.Este consejo es útil para todos los aspectos de la vida, particularmente para decidir la forma en que empleamos nuestro tiempo. Primero, tomemos un momento para orar al Señor y buscarle mediante la lectura de la Escritura. Es de desear que Jesucristo tenga el primer lugar; a partir de ahí todo lo demás toma el lugar que le corresponde.Este consejo también es valioso para el uso de nuestros bienes, o más bien, de los bienes que el Señor nos confía. En primer lugar debemos ofrendarle nuestra vida, luego, lo demás debe ser administrado con oración y velando por sus intereses. Nunca nos arrepentiremos de las elecciones hechas por amor a él.

salvado

Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.
1 Timoteo 1:15

Salvado

El tiempo era caluroso y seco en ese mediodía veraniego. Atravesé el parque de la ciudad en mi bicicleta. De repente me detuve perplejo. Debajo de un árbol se hallaba una tortuga acuática. ¿Cómo había llegado hasta aquí desde tan lejos? El estanque donde vivía se hallaba del otro lado del parque. En esa peligrosa situación ella procuraba moverse en dirección al agua salvadora, pero todos sus esfuerzos resultaban en vano. El peso de su caparazón era demasiado grande y sus patas demasiado débiles. Las huellas que había alrededor de ella marcadas en la hierba, probaban sus inútiles esfuerzos.Mientras la observaba, llegó una compasiva transeúnte que exclamó: –¡Oh, pobre animal, va a morir con este calor!–¿Ve como trabaja para salir de su situación?, le dije. No hay esperanza; sin ayuda está perdida.Con precaución levanté la tortuga, la llevé hasta el estanque y la puse en el agua. En seguida se zambulló y se alejó nadando.La salvamos de la muerte, pues llegamos y le ayudamos. Exactamente así obra Dios con nosotros. Todos nuestros esfuerzos son vanos. Jesucristo vino al mundo para salvarnos, porque nosotros también estamos desamparados.“Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos… Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:6 y 8).