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domingo, 1 de marzo de 2009

Fieles

(Creyentes) que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad.
Hebreos11:33-34


Nuestro Dios… nos librará, y si no…

Sadrac, Mesac y Abed-nego eran tres jóvenes judíos que habían sido deportados a Babilonia a la corte del poderoso rey Nabucodonosor (Daniel 3:12). Como no aceptaban postrarse ante la estatua que él había mandado erigir, el rey les explicó claramente que si rehusaban obedecer a su mandamiento, serían echados en un horno de fuego ardiente. Su respuesta a esta amenaza de muerte es notable:“No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (Daniel 3:16-18).¡Qué entereza mostraron estos jóvenes frente a la muerte! ¡Qué fe! ¡Qué firmeza! Dijeron que Dios podía librarlos. Su liberación estaba en las manos de Dios, pero como testigos responsables del verdadero Dios no podían servir a falsos dioses.¡Que ésta sea nuestra actitud ante la adversidad! Dios puede curar la enfermedad que me aqueja, pero si no lo hace, seguiré igualmente confiando en él. Él puede hacer volver a casa sano y salvo a mi hijo que se fue, pero si tarda en venir, seguiré sometiéndome a Dios. Los creyentes que estemos siendo probados, es de desear que siempre podamos honrar a nuestro Señor por medio de nuestra confianza y contar verdaderamente con él.

lunes, 16 de febrero de 2009

¿Qué espera usted?

Esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado.
1 Pedro 1:13

¿Qué espera usted?


El verbo esperar traduce la constante pero incierta esperanza que los hombres tienen en muchos ámbitos: salud, vida social, tiempo libre, relaciones…Para algunos, buena salud o curación, éxito escolar o profesional, felicidad conyugal o familiar colman su espera, mientras que para otros, el fracaso y la decepción reinan en sus vidas. Hasta llegan a dudar de que una alegría durable sea posible en la tierra y terminan por desesperarse.Quizás el lector justamente forma parte de aquellos que no tienen esperanza. Está enfermo, cansado, decepcionado, incomprendido… Se siente muy solo…Entonces, escuche estas palabras que no son una promesa humana sino un verdadero compromiso divino: “Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis… me buscaréis y me hallaréis” (Jeremías 29:11 y 13).A menudo, sólo cuando todas nuestras esperanzas terrenales son aniquiladas nos decidimos a buscar socorro junto a Jesucristo el Salvador. En Él nuestra esperanza se convierte en seguridad y certeza. “La esperanza puesta delante de nosotros, la cual tenemos como segura y firme ancla del alma” (Hebreos 6:18-19).Él da la vida eterna; maravilloso nacimiento a la verdadera vida, vida de relación con Él para aquel que pone su confianza en Jesucristo. “Vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios… tenéis vida eterna” (1 Juan 5:13).

sábado, 9 de agosto de 2008

El ministerio de la vida

Tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien.
Salmo 139:13-14


Nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida…
2 Timoteo 1:10


La vida es un misterio profundo y apasionante. Cada recién nacido tiene rasgos únicos y maravillosos. Increíbles cambios se producen entre la concepción y el nacimiento. El óvulo fecundado se divide para formar millares y millares de células. Mas el niño que nacerá no sólo estará constituido por millares de células, sino que será un ser viviente que posee la vida como un todo; será un ser único. Otras personas pueden llevar el mismo nombre, pero la vida del niño que nace es única.
No sólo es un ser viviente, sino una persona. El cuerpo de una persona tiene mucha importancia, pero lo que verdaderamente la caracteriza es su reflexión, su espíritu, su responsabilidad. Cada ser humano posee una mente y un alma; la parte inmaterial de nuestro ser que para cada uno tiene más valor que el mundo entero (Mateo 16:26). Jesús nos dice que podemos perder esa alma. Una vida que practica el mal es una vida perdida, en la tierra y por la eternidad ante Dios. Perdemos nuestra vida si rehusamos creer en Dios y escogemos vivir sin él. “Perder” su alma no quiere decir que sea destruida, sino que está perdida por toda la eternidad; es decir, alejada de Dios. Nuestra alma puede ser salva si aceptamos a Jesús, muerto por nuestras faltas y luego resucitado. Dios nos creó para conocerlo y vivir felices por la eternidad junto a él.


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miércoles, 28 de mayo de 2008

La Comunion

Nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
1 Juan 1:3

La comunión
Existe una maravillosa comunión de amor divino entre Dios el Padre, Jesucristo su Hijo y aquellos que creen en Dios, es decir, los hijos de Dios.La Biblia describe cada una de esas preciosas relaciones:1) El Padre ama al Hijo: “El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano” (Juan 3:35).2) El Hijo ama al Padre: “Para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago” (Juan 14:31).3) El Padre ama a sus hijos: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Juan 3:1).4) Los hijos aman al Padre: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19).5) El Hijo ama a los suyos: “Andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros” (Efesios 5:2).6) Los redimidos aman al Hijo: “El Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios” (Juan 16:27).Admirar y gozar de esas relaciones del amor motivarán a cada sincero hijo de Dios a adorar al Padre y al Hijo: “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:23-24).

Dios nos habla

Truena el Dios de gloria… sobre las muchas aguas.
Salmo 29:3

Habló, e hizo levantar un viento tempestuoso, que encrespa sus ondas… Entonces claman al Señor en su angustia, y los libra de sus aflicciones… así los guía al puerto que deseaban.
Salmo 107:25-30

Dios nos habla
Durante una conferencia, un especialista en la historia de los grandes exploradores presentó una película realizada para reconstituir el viaje de Magallanes, quien descubrió en 1520 el paso entre el extremo sur de América y la Tierra del Fuego. Los marineros que participaron en esa reconstitución utilizaron una replica de la carabela de Magallanes.Cuando este barco llegó al célebre estrecho, los viajeros quedaron estupefactos ante el grandioso espectáculo de las agitadas olas estrellándose contra las rocas con un terrorífico estrépito.El conferenciante comentó: –Cuando un esquife tan frágil pasa en semejante lugar y está rodeado de tales fenómenos naturales, en ese momento todos los hombres creen en Dios.Esta reflexión no sorprende, porque ¿qué puede hacer un hombre frente a los elementos desencadenados? Comprende su infinita pequeñez y la majestad del Creador. Pero, ¿saca de ello toda la enseñanza que ofrece? ¿Es normal clamar a Dios sólo en el momento del peligro, para olvidarse de él en seguida y llamarle únicamente en las desgracias y en las situaciones sin salida? ¿Qué pensar de la actitud de un hombre que ha sido librado de una muerte segura, mediante la valentía de un salvador, y que luego pasa al lado de él sin saludarlo?

Maria

Habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.
Santiago 5:11

María, la madre de Jesús
Cuando durante la celebración de una boda el vino estaba por acabarse (Juan 2:1-11), la madre de Jesús pidió a su hijo que se ocupara de ese problema. Él se limitó a contestarle: “¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora”. Como Hijo de Dios se negaba a aceptar una propuesta –aunque fuera de su madre–, excepto de su Dios y Padre, porque vivía en completa dependencia de él. Por eso pudo testificar: “El que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:29).Pero cuando vino su hora, como preludio a su servicio oficial, mediante un milagro transformó en vino unos cien litros de agua.Al final de su vida, cuando llegó la hora de glorificar a Dios mediante su muerte expiatoria en la cruz del Gólgota, miró a su madre y le dijo, al ver también a su discípulo Juan: “Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo a Juan: “He ahí tu madre” (Juan 19:26).En el día de su muerte Jesús encomendó su madre al cuidado de su discípulo. Mientras soportaba los terribles dolores de la crucifixión, pensaba en su querida madre, con delicada atención por los sentimientos maternales. “Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa” (Juan 19:27). ¡Cuán digno de alabanza es nuestro Señor!@poème:Tu camino solitario por donde fuiste a la cruz,De todos desconocido sea nuestro ¡oh Jesús!En tu senda Tú esparciste gozo, paz y caridad,Y tu corazón abriste para nuestra humanidad.

biblia

Cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.
1 Tesalonicenses 2:13

Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
Juan 17:17

La Biblia recortada
Se cuenta que un teólogo, elocuente predicador, enseñaba la Biblia desde hacía unos diez años, cuando uno de sus parroquianos vino a verlo y le dijo: –Querido señor, ¡he aquí su Biblia! Entonces le entregó un libro bien encuadernado, pero cuyas páginas habían sido cortadas y recortadas en todos los sentidos:–¡Mi Biblia! ¿Qué quiere decir usted?–Sí, es su Biblia, afirmó el hombre. Hace mucho que escucho atentamente sus sermones. Cada vez que usted expresó dudas acerca de un acontecimiento o una enseñanza, recorté los versículos de que se trataba. ¡He aquí lo que queda de ella!A veces, ¿no es lo mismo que hago con mi propia Biblia? ¿La recibí y la creí enteramente, página tras página, línea tras línea? ¿Es ella para mí la Palabra de Dios? ¿Tiene ella toda autoridad en mi vida?, ¿o tengo una actitud desconfiada e incrédula acerca de ciertas cosas que Dios me dice? Sin embargo, toda la Biblia es la palabra de Dios, y esta Palabra es la verdad: milagros, profecías, promesas, relatos… Desde Génesis hasta Apocalipsis, toda ella es verdadera. Su punto central es la muerte expiatoria de Jesucristo, el Hijo de Dios, su resurrección y su ascensión a la gloria. De esa obra depende mi salvación eterna. Si la menosprecio, tendré que sufrir las consecuencias, es decir, un castigo eterno.